En estos 5 años de Marcelo Gallardo como director técnico de River (¿los mejores?) dejaron muchas más alegrías que tristezas. La enorme cantidad de títulos internacionales y copas nacionales, que se consiguieron en este tiempo (9) es la mayor muestra de su ciclo exitoso.
Pero fueron muchos los campeonatos locales que se escaparon y en algunos casos fueron consecuencia de la propia planificación del cuerpo técnico. O se llegaba a las últimas fechas con posibilidades pero la copa tomaba protagonismo o se habían dejado pasar muchas oportunidades desde un principio y el final se hacía cuesta arriba.
En todas las temporadas hay un punto en el que los partidos internacionales y los del torneo doméstico suelen amontonarse. Es ahí cuando cada club debe apostar por uno de los dos o por todo. La decisión suele variar en relación a las fases que se esté desarrollando , al tamaño del plantel y a las exigencias del propio club.
Desde que asumió, River jugó todas las ediciones de la Copa Libertadores y dos ediciones de la Copa Sudamericana (previa modificación del reglamento que solo permite clasificar para una de las dos competiciones). Es decir, que el calendario del millonario siempre fue abultado.
Históricamente, La Banda siempre le fue mejor en el ámbito local, no por nada es el máximo ganador de dicho torneo. En copas internacionales la deuda era grande. Pero Gallardo logró revertir la situación, aunque esto supuso dejar de lado lo que llevo al club estar por encima de todos.
Para el Muñeco nunca fue difícil elegir entre estas dos opciones. Generalmente relegar el campeonato le sirvió para descansar a los titulares. Los planteles que armaba, pocas veces le ofrecían variantes que le resultaran útiles y muchas veces sufría lesiones de jugadores en puestos claves. La suerte siempre juega una ficha en el fútbol.
Este desamor que tienen los equipos de Gallardo con el campeonato local, parece tener otro capítulo. River arrancaba el 2019 con una seguidilla de partidos debido a los encuentros que adeudaba del año pasado. Si sumaba todos los puntos podía entrar en la lucha.
Con las dos derrotas consecutivas, los sueños se disiparon rápidamente. Esta vez el plantel estaba casi entero, venia de lograr la Copa Libertadores más importante de la historia. Pero siempre hay algo que se interpone. La relajación, las distracciones, la mala suerte y el rival también juegan.
“Ya nos vamos a amar”. El D.T quiere reconquistar al torneo argentino. Sabe que lo tuvo descuidado pero uno siempre vuelve al primer amor. Quizás no sea este ni el próximo pero si Gallardo sabe de algo es de ganar y una vez que el técnico de River apunta a un objetivo, rara vez no lo consigue.
Foto de Infobae
Pero fueron muchos los campeonatos locales que se escaparon y en algunos casos fueron consecuencia de la propia planificación del cuerpo técnico. O se llegaba a las últimas fechas con posibilidades pero la copa tomaba protagonismo o se habían dejado pasar muchas oportunidades desde un principio y el final se hacía cuesta arriba.
En todas las temporadas hay un punto en el que los partidos internacionales y los del torneo doméstico suelen amontonarse. Es ahí cuando cada club debe apostar por uno de los dos o por todo. La decisión suele variar en relación a las fases que se esté desarrollando , al tamaño del plantel y a las exigencias del propio club.
Desde que asumió, River jugó todas las ediciones de la Copa Libertadores y dos ediciones de la Copa Sudamericana (previa modificación del reglamento que solo permite clasificar para una de las dos competiciones). Es decir, que el calendario del millonario siempre fue abultado.
Históricamente, La Banda siempre le fue mejor en el ámbito local, no por nada es el máximo ganador de dicho torneo. En copas internacionales la deuda era grande. Pero Gallardo logró revertir la situación, aunque esto supuso dejar de lado lo que llevo al club estar por encima de todos.
Para el Muñeco nunca fue difícil elegir entre estas dos opciones. Generalmente relegar el campeonato le sirvió para descansar a los titulares. Los planteles que armaba, pocas veces le ofrecían variantes que le resultaran útiles y muchas veces sufría lesiones de jugadores en puestos claves. La suerte siempre juega una ficha en el fútbol.
Este desamor que tienen los equipos de Gallardo con el campeonato local, parece tener otro capítulo. River arrancaba el 2019 con una seguidilla de partidos debido a los encuentros que adeudaba del año pasado. Si sumaba todos los puntos podía entrar en la lucha.
Con las dos derrotas consecutivas, los sueños se disiparon rápidamente. Esta vez el plantel estaba casi entero, venia de lograr la Copa Libertadores más importante de la historia. Pero siempre hay algo que se interpone. La relajación, las distracciones, la mala suerte y el rival también juegan.
“Ya nos vamos a amar”. El D.T quiere reconquistar al torneo argentino. Sabe que lo tuvo descuidado pero uno siempre vuelve al primer amor. Quizás no sea este ni el próximo pero si Gallardo sabe de algo es de ganar y una vez que el técnico de River apunta a un objetivo, rara vez no lo consigue.
Por Sebastián Vera
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